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Orgasmos poéticos Follando en verso-Josu Fernández‏



El aroma de tu piel
fustiga todos y cada uno de mis sentidos
hasta hacerlos enloquecer.

Siempre que nos acariciamos
consumimos todo el oxigeno
mientras llega un nuevo amanecer;
nuestros cuerpos se anudan,
nuestra saliva se mezcla y
nuestros jadeos se suman
mientras el resto del mundo se resta.


Desabrocho tu camisa, que resbala hasta caer,
y me entretengo entre tus costillas
para ponerte entre mi lengua y la pared;
hoy no hay lugar para la prisa:
nos sobra tiempo que perder.

Tú te escapas, te giras, me miras…
el dibujo de la lujuria adorna tu cara
y el ansia por tu cuello se refleja en la mía.

Esa mirada me desarma
y para cuando puedo recomponerme
la cremallera de mi bragueta está bajada,
mis piernas abiertas y tu melena
sobre mis muslos derramada.

El tacto de tus labios al contacto con mi piel
me eriza hasta los sueños
convirtiéndome en tu amante fiel,
en un juguete en manos del deseo,
en un cuerpo encadenado al placer.

No hay recesos en este juego de excesos
que ambos practicamos,
al que ambos nos entregamos sin recelos
por el tiempo empeñado en recorrernos.

Me invade el descaro, y apartando tu mano
me encaramo a tu espalda,
mis labios en tu nuca dibujan, a modo de regalo,
un pequeño espasmo.

Apago el sentido de tu mirada
con un antifaz, una pequeña treta pensada
para que desconozcas el lugar en el que mi lengua se posará,
por donde mis traviesos dedos revolotearán…

La noche muere a medida que el placer crece.

Tu espalda se arquea y mi cuerpo te somete
mientras las caricias vuelan
sobre una cama que hierve.

Te das la vuelta, el antifaz sobre tu frente,
con una mirada tan lasciva que detiene mis vaivenes
y reclama tu turno en aquel compás indecente
que componemos compulsivamente.

Y al son de tus caderas corean mis jadeos,
tus muslos contienen mi desenfreno
dejando claro quién maneja el tempo.

Tus uñas se clavan en mi espalda,
tu cuerpo se eleva y cae desde el cielo
haciendo que me estremezca
y mi mirada se pierda junto a mi aliento.

Seremos presos condenados a un orgasmo perpetuo.



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